martes, 19 de enero de 2010

Redacción - A MI PUEBLO

A MI PUEBLO

Para la mayoría de los que este agosto de 2009 estamos aquí, decir Monumenta equivale a decir vacaciones, verano, calor, libertad, despreocupación en el vestir, tener un perro o un gato, frescas mañanas, largos atardeceres, carreras de bicis, tranquilidad, quejas a medida que íbamos creciendo…

En Monumenta carecíamos de todo pero no nos faltaba de nada. Nuestra imaginación se encargaba de cubrir esas necesidades.

La imaginación nos permitió construir en la huerta del abuelo cono solo dos herramientas: una azada y una herrada el wáter que en casa no había-

La obra duraba un mes trabajando a destajo todas las tardes. Se enlosaban y lucían paredes, se fabricaban sanitarios de barro, etc.

La obra ya concluida nunca se usaba pues las vacaciones se habían terminado; luego al abuelo le resultaba difícil romperla con el arado por dos razones: -que había sido hecha a conciencia, y otra porque era añoraba a sus nietos -.

No teníamos equipo ciclista, ni entrenador, ni velódromo, pero en septiembre podíamos participar en cualquier carrera porque los entrenamientos eran a fondo con los obstáculos de los montones de centeno en el circuito de Las Eras.

Los puestos de venta de helados lo solucionaban nuestras madres con la gaseosa en los cubitos del congelador y la escasez de golosinas nos dio una sonrisa profiden que para sí quisieran muchos artistas.

Tampoco teníamos (ni tenemos) piscina municipal y gracias a ello, se oían conversaciones como esta en los corrales, delante de una piscina de plástico: ¿jugamos a peluqueros? Y se ponían manos a la obra con la larga y rizada melena de algún primo que se prestaba gustoso.

La luz eléctrica se puso bastante tarde, pero la cantidad de presas hidroeléctricas en el regato fueron incontables.

Nombraría muchos juegos como los anteriores, y llego a la conclusión de que somos afortunados por tener un pueblo que nos ha ayudado a formarnos como personas y aunque es pequeño y sin comodidades, no lo cambiamos por nada. Aquí cargamos las pilas para pasar el año.


Tere Pascual

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