No hubo mucha gente en la misa, como viene siendo habitual, pero entre los presentes nos organizamos para cumplir con la tradición.
La Iglesia, engalanada para la ocasión por Pruden, desprendía olor a tomillo y a romero.
Dimos una vuelta a la Iglesia, por el camino adornado con flores de la primavera.
Un estupendo día soleado y caluroso, casi de verano.
Un cordial saludo.
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